miércoles, 24 de abril de 2013

EL FINAL DE AGOSTO (THE END OF AUGUST)


(Buscar la canción de este mismo nombre y escucharla mientras se lee el siguiente texto)(Pensamientos de su ausencia)
A la tarde que le quedan pocas ganas de sobrevivir en su batalla con el anochecer de mis ilusiones, la acompaño con su recuerdo disuelto en una copa de vino. No me entiendo, ni la entiendo; y no estoy seguro de querer hacerlo. La seriedad fingida con ella es lo más eutanásico– si me es permitido el término- que yo he podido hacer con mi propia existencia.
A su mirada que anhelé desde que se fue por el callejón, no pude responderle de la forma en que yo hubiese querido. Hoy fue como si me molestara, como si me hubiese cansado de ser esculcado por sus ojos, como si a ella no la quisiera cerca pero tampoco ausente porque de seguro moriría.
Por primera vez no detallé su sonrisa, no miré sus labios ni seguí su caminar ondulante por el pasillo; no le dirigí palabras de cariño ni tampoco intenté una conversación forzada acerca del clima de Marruecos; no reaccioné con nerviosismo a su llamado, no le miré a los ojos ni medí en centímetros la distancia que alcanzaba su mirada enmarcada.  Hoy no era el "yo" de siempre, y supongo que ella tampoco era la misma. Hoy no era el día que se convertía en paraíso cuando nos veíamos. Hoy la perfección no se gestaba. Hoy no pasaba nada.
Hoy, la magia no apareció ni por equivocación. Yo la evité, yo no la quise. Hoy quería  tenerla lo suficientemente lejos como para asegurar que la extrañaba y así evitar caer en la letánica costumbre de estar juntos sin sentir la emoción de ser esos recién conocidos que se sorprendían con cada palabra. Hoy aunque la sigo queriendo no me placía tenerla cerca. Porque a esa hora había encontrado que hasta su ausencia me inspiraba y eso solo quería decir que había algo de mí que ella se ha robado, o yo le había regalado.
Hoy la tarde moría, se revolvía y se reía en la cara de los que como yo, solo queríamos extrañar. El crepúsculo se iba sabiendo que en mi mente dejaba los estragos de una copa de vino y mientras tanto ella ni siquiera notaba que la sufría. Hoy me recosté en el recuerdo de su sonrisa y me quedé estampado seriamente mientras la miraba. Hoy no la invité a contestarme la mirada ni a ser una sola sonrisa conmigo. Hoy la invité a que me extrañara y se extrañara de mi huraño proceder.
"Hoy te invito a que me extrañes y me invito a extrañarte, porque solo de esta forma, tal vez mañana, nos volvamos de nuevo a conocer".

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