No supe cómo empezar este
escrito. La verdad, pensé en llamarla señora o señorita pero no lo hice por la
razón que a continuación relaciono: En uno de mis anteriores escritos digo con
claridad: “no [brindo] por todas las que
tienen hormonas femeninas porque definitivamente a algunas les hace falta coraje, valor y humanidad
para llamarlas [mujer]”, y muy respetuosamente
le digo que a usted, Azcárate, no se le puede decir mujer, porque ese título
acompañado de su nombre es como ir al gimnasio a entrenar encorbatado,
simplemente no concuerda.
Si, Azcárate, a usted no se le
puede decir MUJER, porque ese título a usted le quedó grande. Se tornó casi una
incoherencia lingüística, porque una verdadera MUJER no pasa por encima de sus
congéneres escribiendo artículos llenos de violencia por el solo hecho de
figurar y llamar la atención, cual si se tratara de un niño con juguete nuevo.
Esto, a mi parecer no demuestra
ignorancia, como lo han pronunciado otros compañeros que a bien han tenido
responderle. La verdad demuestra inmadurez. No se ha dado usted cuenta del
poder que tiene cuando escribe para una revisa de cobertura nacional. Su manera
de violentar a las otras mujeres (las gorditas) no se diferencia mucho de aquel
que le da un cuchillo a la deprimida que tiene ganas de suicidarse. Es usted
aún muy inexperta en aquello de ser responsable, se le nota.
Pero de todas maneras, no le
niego, que debo agradecerle. Al escribir esto, usted convertido en
muchos ejemplos que usaré, no solo en mis conversaciones de café, sino también en
labores pedagógicas y similares. A continuación se las relaciono y si tiene alguna
duda con gusto las resolveré:
El primer punto y más importante,
es que usted, Azcárate, es el ejemplo perfecto de que a todas las personas de
especie humana que nazcan con hormonas femeninas, no se le puede llamar mujer. –ya
lo había dicho en el primer párrafo-.
El segundo, es que antes de
publicar así sea un folleto promocional, NO hay que hacer lo que usted hizo.
Nunca se debe irrespetar, segmentar o violentar a sus congéneres. No se debe
escribir como escribe usted.
El tercero, es que la responsabilidad
no es para todos. No son para gente como usted. Un ser que pasa por encima
de otras personas con el afán de hacer de chistoso, nunca le debe ser delegada
ninguna tarea que exija trabajo en equipo, o trabajo individual, o trabajo,
simplemente. Ese acto arrebató de usted todas las sílabas de las palabras
DIGNIDAD Y HONORABILIDAD.
Tal vez usted olvidó una parte bastante
importante en su diatriba de verborrea mal compaginada. Cuando una mujer
(espero no se le haga tan desconocido este bonito término) se entrega a una de
las tareas más hermosas: Ser madre. Ellas engordan. ¿Acaso se refiere usted también a
la gordura que también sufrió su progenitora durante aproximados 9 meses en los
que usted estuvo de huésped en su vientre?
Por las anteriores razones, espero
que este país no deje pasar este suceso así nada más. Si a Hernán Darío Gómez
le terminaron su carrera profesional por violentar a una mujer, usted,
Azcárate, violentó millones con ese intento fallido de columna. Por tanto no
merece tener más carrera, ni de comediante, ni de “columnista”, ni de nada
público.
Sólo cuando nuestro país le
propine los escarmientos a los violentos como usted, Azcárate, este será un
mejor lugar para vivir. De lo contrario, seguiremos hundidos en un mar de odio
y discriminación donde, escritos como el suyo alimentarán el orificio de veneno
que todos los días carcome al territorio patrio.