domingo, 8 de julio de 2012

ALEJANDRA AZCÁRATE


No supe cómo empezar este escrito. La verdad, pensé en llamarla señora o señorita pero no lo hice por la razón que a continuación relaciono: En uno de mis anteriores escritos digo con claridad: “no [brindo]  por todas las que tienen hormonas femeninas porque definitivamente a algunas les hace falta coraje, valor y humanidad para  llamarlas [mujer]”, y muy respetuosamente le digo que a usted, Azcárate, no se le puede decir mujer, porque ese título acompañado de su nombre es como ir al gimnasio a entrenar encorbatado, simplemente no concuerda.

Si, Azcárate, a usted no se le puede decir MUJER, porque ese título a usted le quedó grande. Se tornó casi una incoherencia lingüística, porque una verdadera MUJER no pasa por encima de sus congéneres escribiendo artículos llenos de violencia por el solo hecho de figurar y llamar la atención, cual si se tratara de un niño con juguete nuevo.

Esto, a mi parecer no demuestra ignorancia, como lo han pronunciado otros compañeros que a bien han tenido responderle. La verdad demuestra inmadurez. No se ha dado usted cuenta del poder que tiene cuando escribe para una revisa de cobertura nacional. Su manera de violentar a las otras mujeres (las gorditas) no se diferencia mucho de aquel que le da un cuchillo a la deprimida que tiene ganas de suicidarse. Es usted aún muy inexperta en aquello de ser responsable, se le nota.

Pero de todas maneras, no le niego, que debo agradecerle. Al escribir esto, usted convertido en muchos ejemplos que usaré, no solo en mis conversaciones de café, sino también en labores pedagógicas y similares. A continuación se las relaciono y si tiene alguna duda con gusto las resolveré:

El primer punto y más importante, es que usted, Azcárate, es el ejemplo perfecto de que a todas las personas de especie humana que nazcan con hormonas femeninas, no se le puede llamar mujer. –ya lo había dicho en el primer párrafo-.

El segundo, es que antes de publicar así sea un folleto promocional, NO hay que hacer lo que usted hizo. Nunca se debe irrespetar, segmentar o violentar a sus congéneres. No se debe escribir como escribe usted.

El tercero, es que la responsabilidad no es para todos. No son para gente como usted. Un ser que pasa por encima de otras personas con el afán de hacer de chistoso, nunca le debe ser delegada ninguna tarea que exija trabajo en equipo, o trabajo individual, o trabajo, simplemente. Ese acto arrebató de usted todas las sílabas de las palabras DIGNIDAD Y HONORABILIDAD.

Tal vez usted olvidó una parte bastante importante en su diatriba de verborrea mal compaginada. Cuando una mujer (espero no se le haga tan desconocido este bonito término) se entrega a una de las tareas más hermosas: Ser madre. Ellas engordan. ¿Acaso se refiere usted también a la gordura que también sufrió su progenitora durante aproximados 9 meses en los que usted estuvo de huésped en su vientre?

Por las anteriores razones, espero que este país no deje pasar este suceso así nada más. Si a Hernán Darío Gómez le terminaron su carrera profesional por violentar a una mujer, usted, Azcárate, violentó millones con ese intento fallido de columna. Por tanto no merece tener más carrera, ni de comediante, ni de “columnista”, ni de nada público.

Sólo cuando nuestro país le propine los escarmientos a los violentos como usted, Azcárate, este será un mejor lugar para vivir. De lo contrario, seguiremos hundidos en un mar de odio y discriminación donde, escritos como el suyo alimentarán el orificio de veneno que todos los días carcome al territorio patrio.

Antonomasia mutante