sábado, 13 de julio de 2013

UN BESO EN LA TARDE



A mi amor... a Michelle



Entonces te tengo al frente, mientras miras mis ojos y yo me pierdo en los tuyos. Tu respiración choca contra mi cara y mis exhalaciones se entrecortan producto de los nervios. Silencio. Tus manos encuentran un espacio libre en mi espalda y me acercan a ti con una mezcla indescifrable de delicadeza y fuerza. Entretanto, mi mano izquierda recorre tu cintura, la rodea, la talla y la disfruta.

Tu boca está al alcance de la mía, pero yo no me apresuro. Hemos aprendido a apreciar el momento de estar cerca de la misma manera en que se disfruta el preludio de una gran sinfonía. Cierras los ojos y noto que mis manos tiemblan, mis brazos le siguen y el resto de mi cuerpo los imita. No puedo creer que provoques eso en mí una vez más.

<<Quédate>>. Tu pecho se pega al mío y la proximidad hace que las emociones finalmente logren rebasar mis racionalidades. Los latidos del corazón los siento por todo el cuerpo, tú lo notas y en susurro me recuerdas que aún tengo cuerpo, que aún existo de forma material.: <<Tu corazón va a toda>> pronuncias con los ojos cerrados. El tuyo también, puedo sentirlo, pero no te digo nada. Solo disfruto saber que yo también hago me vivas.

Mi mano derecha sube por tu espalda, se pierde entre tu cabello negro sin tener la menor intención de encontrar la salida. Solo se queda allí en el bosque celestial, en esa esencia sensual sentada sobre tu espalda. Tu respiración acerca con cada trazo que mis manos logran en el contorno de tu cuerpo. Me sientes y siento. Ahora somos uno.

A milímetro por segundo tus exhalaciones pierden volumen y tus labios se van acercando a los míos. Haces que la punta de tu nariz le haga una caricia a la mía mientras yo te observo con los ojos cerrados. Tratamos de llenar cada espacio libre entre tu cuerpo y el mío. Entonces, al roce de tus labios con los míos el entorno pasó a oscuro, dejó de existir, se atenuó, se perdió y se esfumó. Ahora soy tuyo.

Antonomasia mutante