A mi amor... a Michelle
Entonces te tengo al frente,
mientras miras mis ojos y yo me pierdo en los tuyos. Tu respiración choca
contra mi cara y mis exhalaciones se entrecortan producto de los nervios.
Silencio. Tus manos encuentran un espacio libre en mi espalda y me acercan a ti
con una mezcla indescifrable de delicadeza y fuerza. Entretanto, mi mano
izquierda recorre tu cintura, la rodea, la talla y la disfruta.
Tu boca está al alcance de la
mía, pero yo no me apresuro. Hemos aprendido a apreciar el momento de estar
cerca de la misma manera en que se disfruta el preludio de una gran sinfonía.
Cierras los ojos y noto que mis manos tiemblan, mis brazos le siguen y el resto
de mi cuerpo los imita. No puedo creer que provoques eso en mí una vez más.
<<Quédate>>. Tu pecho
se pega al mío y la proximidad hace que las emociones finalmente logren rebasar
mis racionalidades. Los latidos del corazón los siento por todo el cuerpo, tú
lo notas y en susurro me recuerdas que aún tengo cuerpo, que aún existo de
forma material.: <<Tu corazón va a toda>> pronuncias con los ojos
cerrados. El tuyo también, puedo sentirlo, pero no te digo nada. Solo disfruto
saber que yo también hago me vivas.
Mi mano derecha sube por tu
espalda, se pierde entre tu cabello negro sin tener la menor intención de
encontrar la salida. Solo se queda allí en el bosque celestial, en esa esencia
sensual sentada sobre tu espalda. Tu respiración acerca con cada trazo que mis
manos logran en el contorno de tu cuerpo. Me sientes y siento. Ahora somos uno.