¿Qué será de sus soldados en la batalla?
Hoy en la madrugada renunció al puesto de Papa, el
teólogo procedente de Alemania Joseph Ratzinger. Luego de esto, al inbox de mi
facebook llegaron algunos mensajes preguntándome qué opinión me merecía esto y
si ello significaba un problema más profundo al interior de la iglesia
católica.
Es mi deber iniciar este texto diciendo que no es la
primera vez que un cardenal ascendido al puesto papal abdica a este cargo. Hemos
de recordar a Benedicto IX, Celestino V o Gregorio XII, cuyas condiciones
sociales y personales les llevaron a renunciar al trono pontificio.
No obstante, es evidente que cuando un líder quiere dejar
de serlo, es por dos razones: La primera es cuando se ha alcanzado un nivel de
gloria tal, que él o ella, pretende pasar a la posteridad como el causante de
una alegría máxima, así lo han hecho reconocidos directores de fútbol,
deportistas activos, militares e incluso personajes dedicados al teatro o la
televisión; La segunda motivación para hacer esto es haber encontrado un
problema más grande que el mismo líder, es decir, una convulsión interna o
externa a su mando que sobrepasa sus cualidades y capacidades como dirigente.
Dicho esto, procederé entonces a enunciar varias de los
posibles acontecimientos por los que Joseph Ratzinger pudo haber renunciado, y
sus posibles consecuencias sobre el mundo católico:
Crisis de fé:
En la última parte del papado de Juan Pablo II, más
exactamente desde la década de los 80, el mundo católico entró en una crisis de
fe sin precedentes. Los fieles no solo empezaron a cuestionar los cimientos de la
historia cristiana - como la soltería de Jesús, la adoración a la virgen o la
legitimidad de la jerarquía celestial que la Iglesia había inculcado en sus feligreses durante
más de un milenio- sino también dejaron
de tener a la Iglesia
como un repositorio de confianza, es decir, dejaron de creer.
Luego de 1990 las personas que antes creían y veían de
manera casi enceguecida a su iglesia como guía en los caminos oscuros y al Dios
católico como omnipresente, omnisapiente y omnisciente, empezaron a definir la
deidad como una energía tal vez amórfica que, aunque era merecedora de ruegos y
plegarias, no era precisamente a la que iban a rendir tributo en los templos.
Cuando murió Juan Pablo II, la gente tuvo un destello de
fe renacida, pero un Papa un poco más tosco como Ratzinger no pudo mantener el
carisma de su predecesor que, como sabemos, no es endosable.
La pederastia, los múltiples libros con títulos que
amenazaban con desenmascarar el tráfico vaticano y los cuestionamientos
históricos hechos a la Iglesia ,
fueron los responsables de un ausentismo que aún hasta nuestros días se propaga
como una nube tóxica para la curia.
Radicalismo:
Cuando alguien se siente amenazado es cuando saca fuerzas
de la flaqueza incluso de manera agresiva. Eso es lo que ha pasado con la
pasividad frente a muchos sucesos importantes, entre los cuales, se destacan la
aparente ceguera frente a problemas de hambre alrededor del mundo y el
descubrimiento del Bosón de Higgs.
¿Número de respuestas contundentes de la iglesia frente a
inconvenientes como estos? En efecto: cero, o al menos cero decisivos. Sin
embargo, defendían su creencia casi pasando por alto este importante hallazgo.
Radicalizando su creencia.
"Nos viene bien que se hable de Dios, del origen del
por qué existe algo. A esa pregunta, la física nunca podrá dar respuesta del
todo", ya que "la física no tiene medios específicos para escuchar a
Dios", ha dicho el portavoz de la
CEE (Centro Episcopal Español) “Tomado de El periódico.com.
noticia del 4 de Julio de 2012. La Iglesia da la bienvenida a la partícula de Dios.
Cada vez más
ramificaciones:
Este punto es bastante importante y una de las partes
críticas del pontificado de Benedicto XVI. Tratar de soportar la inclemente
segmentación de su fe es como tratar de tolerar el sufrimiento de un hijo
mientras es torturado. Simplemente difícil.
No es mentira para ninguno que de las entrañas del
catolicismo salieron más de cien ramificaciones distintas que, en un momento
dado empezaron a dar las respuestas que la Iglesia , que les dio origen, no era capaz de
contestar.
El ahora retirado Papa de origen alemán, no solo debía
seguir en su lucha por unificar la fe, sino también por mantener los pocos
feligreses que habían sobrevivido a una seguidilla de hallazgos
científico-históricos que cuestionaban de manera más letal, las “verdades” que
habían sostenido durante más de un milenio.
Deslegitimación
del poder:
No nos digamos mentiras, el Papa no significa lo que
significaba antes. Ahora se volvió una figura política que tiene tanto
partidarios como detractores y lastimosamente Ratzinger tenía más de lo segundo
que de lo primero.
Como dije antes, el carisma no es endosable y el
pontificado de Juan Pablo II fue uno de los que más unificó la fe católica. Al
subir Ratzinger, tenía más que un reto de fe, tenía un reto seudo personal: Transmitir
el mismo sentido carismático y unificador de Caroll Wojtila.
Su corporalidad un poco menos apacible que la de Juan
Pablo II y una posición más certera frente a problemas graves como los que
nombramos anteriormente le dieron autoridad pero no conexión del Papa con sus
fieles. Ello lo deslegitimó como símbolo en muchos círculos católicos y ello le
valió luchar sin el cobijo y apoyo de muchas personas.
Consecuencias:
Volver a
aparentar lo sagrado:
Cuando el león está herido, es cuando pelea con más
fiereza. Sin embargo hay que decir que esta renuncia desestabiliza y deja en
nubes de sospecha todo lo que sucede al interior del Vaticano. Es como si
caminando a la batalla el líder decide esconderse de sus soldados ¿qué harán
ellos sin dirección? ¿Otro líder simbolizará lo mismo?
No queda de otra que resguardarse, defender lo que queda
a capa y espada bajo la batuta de un nuevo líder cuyo nombre e intenciones no
me aventuro ni de forma tentativa a imaginar o probabilizar. Pero si hay algo
seguro, es que tendrá que devolver la seriedad divina que al menos quiere
aparentar tener el cargo Papal, de lo contrario, para, aún más creyentes, la
iglesia terminará siendo lo que hoy publicó –y estoy de acuerdo- y el profesor
y director del Instituto Colombiano de Antropología e Historia, ICANH: “La
iglesia es una institución entre otras. Por eso el Papa ha renunciado”
(publicado a las 14:49 de hoy)
Renacer de
teorías apocalípticas:
Luego de la
decepción que los Mayas provocaron a los amantes de Apocalipsis, no queda nada más que agarrarse de lo básico: Las centurias de Nostradamus que siempre logramos interpretar cuando ya pasó el desastre, los códices bíblicos a los que es necesario sumar, restar letras, dividirlas y multiplicarlas por el número que pensó para que al final algo salga. (Me refiero a algunas, ustedes conocen perfectamente el respeto y tolerancia que tengo por la libertad de culto y el texto bíblico, lo que no defiendo son los charlatanes que quieren interpretarla de tal forma que inducen al miedo y el éxtasis malsano en la sociedad). Pero esta renuncia papal, no puede sino conducir a que nuevos gárrulos hagan su trabajo.
¡La renuncia demuestra que la iglesia se está desmoronando!, ¡si los papas renuncian, el diablo entró a la Iglesia!, ¡Ratzinger no era el Papa Negro al que se refería Nostradamus, será el siguiente! Y otros estridentes desaforados que parecieran traer el mismísimo Ragnarok nórdico a nuestra tierra caerán uno tras otro.
¡La renuncia demuestra que la iglesia se está desmoronando!, ¡si los papas renuncian, el diablo entró a la Iglesia!, ¡Ratzinger no era el Papa Negro al que se refería Nostradamus, será el siguiente! Y otros estridentes desaforados que parecieran traer el mismísimo Ragnarok nórdico a nuestra tierra caerán uno tras otro.
Este ha sido solo
un análisis de un tema que tiene muchas aristas y mucho más por escudriñar y,
como académico de las ciencias religiosas, respondo a todas las preguntas que
me fueron enviadas. Eso sí, antes que ciertos canales nacionales den por
favorito al Cardenal Castrillón como el siguiente a portar el anillo del pescador,
es tiempo de saber que antes de caer en las trampas mediáticas, siempre es
bueno mirar con ojos críticos y curiosos estos eventos. Acuérdense que por muy
devaluada que se encuentre, la Iglesia tiene un poder que a ninguno nos puede
caber en la cabeza, y ese poder no es precisamente divino.
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