martes, 12 de febrero de 2013

EL PAPA HA RENUNCIADO





Y si el líder se enconde,
¿Qué será de sus soldados en la batalla?

Hoy en la madrugada renunció al puesto de Papa, el teólogo procedente de Alemania Joseph Ratzinger. Luego de esto, al inbox de mi facebook llegaron algunos mensajes preguntándome qué opinión me merecía esto y si ello significaba un problema más profundo al interior de la iglesia católica.

Es mi deber iniciar este texto diciendo que no es la primera vez que un cardenal ascendido al puesto papal abdica a este cargo. Hemos de recordar a Benedicto IX, Celestino V o Gregorio XII, cuyas condiciones sociales y personales les llevaron a renunciar al trono pontificio.

No obstante, es evidente que cuando un líder quiere dejar de serlo, es por dos razones: La primera es cuando se ha alcanzado un nivel de gloria tal, que él o ella, pretende pasar a la posteridad como el causante de una alegría máxima, así lo han hecho reconocidos directores de fútbol, deportistas activos, militares e incluso personajes dedicados al teatro o la televisión; La segunda motivación para hacer esto es haber encontrado un problema más grande que el mismo líder, es decir, una convulsión interna o externa a su mando que sobrepasa sus cualidades y capacidades como dirigente.

Dicho esto, procederé entonces a enunciar varias de los posibles acontecimientos por los que Joseph Ratzinger pudo haber renunciado, y sus posibles consecuencias sobre el mundo católico:

Crisis de fé:

En la última parte del papado de Juan Pablo II, más exactamente desde la década de los 80, el mundo católico entró en una crisis de fe sin precedentes. Los fieles no solo empezaron a cuestionar los cimientos de la historia cristiana - como la soltería de Jesús, la adoración a la virgen o la legitimidad de la jerarquía celestial que la Iglesia había inculcado en sus feligreses durante más de un milenio- sino  también dejaron de tener a la Iglesia como un repositorio de confianza, es decir, dejaron de creer.

Luego de 1990 las personas que antes creían y veían de manera casi enceguecida a su iglesia como guía en los caminos oscuros y al Dios católico como omnipresente, omnisapiente y omnisciente, empezaron a definir la deidad como una energía tal vez amórfica que, aunque era merecedora de ruegos y plegarias, no era precisamente a la que iban a rendir tributo en los templos.

Cuando murió Juan Pablo II, la gente tuvo un destello de fe renacida, pero un Papa un poco más tosco como Ratzinger no pudo mantener el carisma de su predecesor que, como sabemos, no es endosable.

La pederastia, los múltiples libros con títulos que amenazaban con desenmascarar el tráfico vaticano y los cuestionamientos históricos hechos a la Iglesia, fueron los responsables de un ausentismo que aún hasta nuestros días se propaga como una nube tóxica para la curia.  

Radicalismo:

Cuando alguien se siente amenazado es cuando saca fuerzas de la flaqueza incluso de manera agresiva. Eso es lo que ha pasado con la pasividad frente a muchos sucesos importantes, entre los cuales, se destacan la aparente ceguera frente a problemas de hambre alrededor del mundo y el descubrimiento del Bosón de Higgs.

¿Número de respuestas contundentes de la iglesia frente a inconvenientes como estos? En efecto: cero, o al menos cero decisivos. Sin embargo, defendían su creencia casi pasando por alto este importante hallazgo. Radicalizando su creencia.

"Nos viene bien que se hable de Dios, del origen del por qué existe algo. A esa pregunta, la física nunca podrá dar respuesta del todo", ya que "la física no tiene medios específicos para escuchar a Dios", ha dicho el portavoz de la CEE (Centro Episcopal Español) “Tomado de El periódico.com. noticia del 4 de Julio de 2012. La Iglesia da la bienvenida a la partícula de Dios.

Cada vez más ramificaciones:

Este punto es bastante importante y una de las partes críticas del pontificado de Benedicto XVI. Tratar de soportar la inclemente segmentación de su fe es como tratar de tolerar el sufrimiento de un hijo mientras es torturado. Simplemente difícil.

No es mentira para ninguno que de las entrañas del catolicismo salieron más de cien ramificaciones distintas que, en un momento dado empezaron a dar las respuestas que la Iglesia, que les dio origen, no era capaz de contestar.

El ahora retirado Papa de origen alemán, no solo debía seguir en su lucha por unificar la fe, sino también por mantener los pocos feligreses que habían sobrevivido a una seguidilla de hallazgos científico-históricos que cuestionaban de manera más letal, las “verdades” que habían sostenido durante más de un milenio.

Deslegitimación del poder:

No nos digamos mentiras, el Papa no significa lo que significaba antes. Ahora se volvió una figura política que tiene tanto partidarios como detractores y lastimosamente Ratzinger tenía más de lo segundo que de lo primero.

Como dije antes, el carisma no es endosable y el pontificado de Juan Pablo II fue uno de los que más unificó la fe católica. Al subir Ratzinger, tenía más que un reto de fe, tenía un reto seudo personal: Transmitir el mismo sentido carismático y unificador de Caroll Wojtila.

Su corporalidad un poco menos apacible que la de Juan Pablo II y una posición más certera frente a problemas graves como los que nombramos anteriormente le dieron autoridad pero no conexión del Papa con sus fieles. Ello lo deslegitimó como símbolo en muchos círculos católicos y ello le valió luchar sin el cobijo y apoyo de muchas personas.
Consecuencias:

Volver a aparentar lo sagrado:

Cuando el león está herido, es cuando pelea con más fiereza. Sin embargo hay que decir que esta renuncia desestabiliza y deja en nubes de sospecha todo lo que sucede al interior del Vaticano. Es como si caminando a la batalla el líder decide esconderse de sus soldados ¿qué harán ellos sin dirección? ¿Otro líder simbolizará lo mismo?

No queda de otra que resguardarse, defender lo que queda a capa y espada bajo la batuta de un nuevo líder cuyo nombre e intenciones no me aventuro ni de forma tentativa a imaginar o probabilizar. Pero si hay algo seguro, es que tendrá que devolver la seriedad divina que al menos quiere aparentar tener el cargo Papal, de lo contrario, para, aún más creyentes, la iglesia terminará siendo lo que hoy publicó –y estoy de acuerdo- y el profesor y director del Instituto Colombiano de Antropología e Historia, ICANH: “La iglesia es una institución entre otras. Por eso el Papa ha renunciado” (publicado a las 14:49 de hoy)


Renacer de teorías apocalípticas:

Luego de la decepción que los Mayas provocaron a los amantes de Apocalipsis, no queda nada más que agarrarse de lo básico: Las centurias de Nostradamus que siempre logramos interpretar cuando ya pasó el desastre, los códices bíblicos a los que es necesario sumar, restar letras, dividirlas y multiplicarlas por el número que pensó para que al final algo salga. (Me refiero a algunas, ustedes conocen perfectamente el respeto y tolerancia que tengo por la libertad de culto y el texto bíblico, lo que no defiendo son los charlatanes que quieren interpretarla de tal forma que inducen al miedo y el éxtasis malsano en la sociedad). Pero esta renuncia papal, no puede sino conducir a que nuevos gárrulos hagan su trabajo.             

¡La renuncia demuestra que la iglesia se está desmoronando!, ¡si los papas renuncian, el diablo entró a la Iglesia!, ¡Ratzinger no era el Papa Negro al que se refería Nostradamus, será el siguiente! Y otros estridentes desaforados que parecieran traer el mismísimo Ragnarok nórdico a nuestra tierra caerán uno tras otro.

Este ha sido solo un análisis de un tema que tiene muchas aristas y mucho más por escudriñar y, como académico de las ciencias religiosas, respondo a todas las preguntas que me fueron enviadas. Eso sí, antes que ciertos canales nacionales den por favorito al Cardenal Castrillón como el siguiente a portar el anillo del pescador, es tiempo de saber que antes de caer en las trampas mediáticas, siempre es bueno mirar con ojos críticos y curiosos estos eventos. Acuérdense que por muy devaluada que se encuentre, la Iglesia tiene un poder que a ninguno nos puede caber en la cabeza, y ese poder no es precisamente divino.


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