domingo, 10 de febrero de 2013

ADIÓS AL ADIÓS II



Que alguien te haga sentir cosas sin ponerte un dedo encima,
eso es admirable.
Mario Benedetti.



La hora se estaba aproximando y nuestro plan tenía que ejecutarse. De eso dependían varias cosas importantes, entre estas, que ella evitara un viaje el fin de semana y a cambio se quedara conmigo aquellos días.

Tendría que salir de mi nueva oficina e ir a un lugar que, en primera medida, me permitiera concentrarme en el papel que debía desempeñar: Un supuesto funcionario de alguna empresa, que la citaría a una entrevista a la misma hora en que ella, sobre el papel,  saldría de viaje. En segunda medida, tenía que asegurarme que nadie me fuera a interrumpir, el tiempo y la fluidez al hablar eran vitales para que todo saliera bien. No podíamos permitir que una risa nerviosa se colara en la conversación.

Tomé mi celular, pasé los registros de seguridad y me dirigí al hall que a esa hora estaba solo. Ese lugar haría de tarima. En un lado estaba yo, con el celular en la mano y a punto de llamarla; En el otro extremo estaba ella, probablemente esperando que el móvil timbrara.

Sin hablarnos, ambos sabíamos que el telón se estaba subiendo y debíamos empezar. Miré la pantalla, busqué su número y marqué:

-          ¿Aló? – me dijo con seriedad.
-          Aló, buenos días, Habla con William Castellanos (nombre ficticio) de Jan Geberd TV (empresa ficticia) ¿es usted la señorita que vino a un proceso de selección hace algún tiempo? – Suponía que su mamá estaría a pocos metros de ella y ese era el objetivo. Por tanto, debía evitar toda palabra que pudiera provocarle un entrecorte de la voz o simplemente risa.
-          Si, con ella habla.
-          Buenos días – Repetí. Entre los nervios me había olvidado que ya la había saludado- llamamos para comunicarle que queremos que siga con nosotros en el proceso de selección. Esa reunión se hará efectiva el próximo viernes.
-          Regáleme un segundo por favor – Me dijo con la voz entrecortada.

Ahí se me desenfocó el mundo. Creí que hasta ese punto había llegado el plan.

-          Le escuchó ¿a dónde debo ir?

Le dije la dirección y la hora que habíamos acordado días atrás, exactamente las 3:20 en algún lugar de la ciudad que naturalmente no diré.

-          Olvidaba algo- le dije antes de concluir la llamada- Si sus resultados son satisfactorios, usted tendría que venir el sábado a continuar con las pruebas.
-          ¿El sábado también? – lo dijo seria, pero fingiendo muy bien la sorpresa – Ok –respiró -  no le veo inconveniente.
-          Perfecto- le dije- nos veremos entonces, pasado mañana. 3:20 en la dirección que le indiqué.
-          Perfecto William, te agradezco – Me tuteó y a mí la sangre se me heló. No supe si fue inconsciente pero no debió pasar en ese momento.
-          Hasta luego.
-          Hasta luego.

Colgué el teléfono y yo me salí de la tarima. Ahora ella quedaba sola convenciendo a su familia que no viajaría y asumiendo un riesgo enorme. No solo por quedarse, sino porque ese tiempo lo pasaría conmigo.

Me devolví a la oficina sin concentrarme en absolutamente nada. Hice probabilidades de mil cosas distintas. ¿Y si nos descubrieron? ¿Si en este momento la están regañando?

Pasaron exactamente 5 minutos y mi celular sonó. Era un mensaje que leí al instante. La tranquilidad y la alegría hicieron que suspirara de alivio: “mejor no pudo haber salido”. No sé si ya lo dije pero algo que me encanta de ella es que tiene una ortografía impecable, y distinguir entre “a ver” y “haber” era algo que la ponía muy por encima de muchísimas personas. En esta ocasión no  hubo un simple plan que salió bien, sino una primera locura juntos.

Me relajé sobre el espaldar de mi silla y empecé a hacer los planes del fin de semana que pasaríamos juntos. Lo que pasó mientras lo planeamos, los márgenes de error que contemplamos  e incluso lo que pasó ese fin de semana es algo que ella y yo nos llevaremos a la tumba, tal como lo acordamos. Eso hace parte de nuestros  secretos. Sin embargo ella y yo sabemos que mientras estamos uno al lado del otro, siempre nos haremos felices. 

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