Pero ¿Cuándo bailamos cariño?
Te he encontrado más veces a ti que
a mí mismo. Me percaté que estabas al final del primer estribillo de la canción
que hicimos propia, y pasó lo mismo cuando llegué al final del primer párrafo
de aquella hermosa historia que se había convertido en una de tus favoritas.
También estabas en las notas
afinadas y desafinadas de las teclas del violín, de la guitarra y del bajo; en
las teclas del piano y hasta en la voz cuando intento cantar. En todas estabas
pacientemente sentada pero ninguna pude hacerte la pregunta: ¿Cuándo bailamos?
Te he encontrado en el fondo de
una copa de vino y las teclas del computador. En las formas desnutridas de la
realidad y en las siluetas de la imaginación que ahora tienen sobrepeso. Te he
encontrado sentada en la penumbra de mis imágenes sagradas, haciéndole compañía
a mis soledades y dando de comer a mis sueños agonizantes.
Nadie se imagina el privilegio
tan grande que es no encontrar un solo espacio vacío, una medida cuadrada a la
que no hayas llegado, una parte de mí que no hayas invadido. Es una
satisfacción tan grande saber que estás ahí. Siempre encontrando la manera
perfecta para que yo sonría así te quedes en silencio.
¿Te acuerdas de mi voluntad?
Déjala muerta, con vos creo que no la necesito. Deja que se muera, como fallece
este día vacío. Apropósito ¿Cuándo bailamos cariño?
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