jueves, 24 de enero de 2013

A.G.A.Q.S.P.C.T

¿Cuándo bailamos cariño? Recuerdo perfectamente que a mi voluntad le puse mortaja negra antes de enterrarla en tus labios y terminara en alguna parte profunda de tu anatomía. No me diste ni oportunidad de dejar una flor sobre ese cofre y me quedé escuchando esa sinfonía mal sonante con un algo en la mano que sin duda es para alguien.


Pero ¿Cuándo bailamos cariño?

Te he encontrado más veces a ti que a mí mismo. Me percaté que estabas al final del primer estribillo de la canción que hicimos propia, y pasó lo mismo cuando llegué al final del primer párrafo de aquella hermosa historia que se había convertido en una de tus favoritas.

También estabas en las notas afinadas y desafinadas de las teclas del violín, de la guitarra y del bajo; en las teclas del piano y hasta en la voz cuando intento cantar. En todas estabas pacientemente sentada pero ninguna pude hacerte la pregunta: ¿Cuándo bailamos?

Te he encontrado en el fondo de una copa de vino y las teclas del computador. En las formas desnutridas de la realidad y en las siluetas de la imaginación que ahora tienen sobrepeso. Te he encontrado sentada en la penumbra de mis imágenes sagradas, haciéndole compañía a mis soledades y dando de comer a mis sueños agonizantes.

Nadie se imagina el privilegio tan grande que es no encontrar un solo espacio vacío, una medida cuadrada a la que no hayas llegado, una parte de mí que no hayas invadido. Es una satisfacción tan grande saber que estás ahí. Siempre encontrando la manera perfecta para que yo sonría así te quedes en silencio.

¿Te acuerdas de mi voluntad? Déjala muerta, con vos creo que no la necesito. Deja que se muera, como fallece este día vacío. Apropósito ¿Cuándo bailamos cariño?

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