domingo, 18 de marzo de 2012

Oda al olvido (TOMO I)

El olvido no se basa en dejar de pensar en alguien,
se basa en dejar de pensar en lo que se siente por alguien.

Si usted supiera de mis sentimientos,
muy seguramente desistiría de buscarme.
No se imagina, estoy seguro,
que mis sufrimientos,
con sus lágrimas se aparejan
y me muerden cual serpientes mordaces.

No se imagina, estoy seguro,
Que me sueño con su mirada,
y me despierto desilusionado al mundo,
Cuando noto que mis brazos
rodean vanamente una almohada,
mezquina y ausente de sentimiento alguno,

No se imagina, ni superficialmente,
Que mis brazos en las noches la buscan,
allá, en los rincones olvidados,
en recuerdos aletargados
como la escena del sofá donde la esperé,
roñoso y amargo como aquel café.

No se imagina, de ninguna forma,
Que la desesperación me asaltó ese día,
Me robó la paciencia
y mi creencia en sus mentiras,
me robó lágrimas, sollozos y desdichas,
¿por qué no robó su imagen, sus palabras y risas?,

No se imagina, que sigo ahí,
esperando como tonto en el sofá.
El café roñoso me sorprende al sonreír,
mientras un clavel ya marchito se rie de mí,
Tonto y mil veces tonto,
Cuando a tú te amo le creí

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