domingo, 18 de marzo de 2012

Manual de sexo ocasional (Primera Edición)

A una mujer hermosa recuérdele que  es hermosa,
porque cuando asume que es hermosa
empieza a cargar la belleza como un bolso,
y su prepotencia  termina por hacerla detestable.

Saliéndome de las historias románticas, dedicaré por un momento un espacio a esa parte que los procesos químicos que aseguran la existencia del amor nublan por completo, me refiero, claro, a la razón. El título de este escrito lo discutí de viva voz algunas veces, pero considero que no hay nada más complejo que la mente humana y por tanto, en muchas ocasiones la gente sufre de más cuando se junta con quien no debe.

Teniendo en cuenta que los seres humanos, junto con los delfines, somos los únicos que tenemos sexo por placer, somos presas fáciles de personas cuyas hormonas parecen un festival de 365 días. También vale la pena decir que somos víctimas de nuestras propias hormonas y de hecho conozco grandes amigos que echan la culpa a estas, de ciertas experiencias de vida que hoy por hoy deben estar en segundo de primaria. Ello demuestra que definitivamente deberíamos desconfiar en muchas ocasiones de quien se nos arrima y a veces hasta de nosotros mismos.

Pero se preguntará porqué pasa eso, y la respuesta es simple. La paranoia humana está diseñada para no confiar en absolutamente nada que tenga la capacidad de respirar: El perro por las noches, un gato muy quieto, un gato que se mueva mucho, el novio, la novia, el esposo, la esposa, los hijos cuando dicen que van a alguna parte, el hermano o la hermana mayor o menor, el amigo, la amiga, el mejor amigo (si es mujer tenga en cuenta que el 80% de los hombres espera que esa amiga baje la guardia para aprovecharse), la mejor amiga (Esta mejor amiga es la que simula dar consejos y le dice “tan diviiiiino” pero al primer piropo termina soltando desde un beso hasta lo que se pueda imaginar), y muchos otros ejemplos. En resumen no confiamos de ninguna manera en nada que tenga la capacidad de pensar y hablar entendiblemente.

El humano es experto en hilar segundas intenciones como si fuera un jugador de ajedrez moviendo fichas. El ejemplo más obvio es ese del mejor amigo y, vamos al grano, teniendo en cuenta un estudio de la universidad de Ohio, “el género masculino piensa en sexo más veces que las mujeres (desde 19 hasta 388 veces). El especialista que dirigió el estudio, Terri Fisher, manifestó  que las féminas, en promedio, piensan en el sexo 10 veces al día”. (República.pe) Por ende, luego de cierta edad todos los humanos pensamos en sexo, la causa y la solución de miles de problemas alrededor del globo. Miremos entonces a dónde quiero llegar cuando hablo de este tema.

Pedir algo bien pedido nunca será negado, el sexo bien pedido nunca será negado. Pero ¿de qué depende? En primer lugar vea la moralidad de la víctima, hay que tener en cuenta que si ofrece sexo ocasional, la moralidad de la persona debe estar hecha de ligerezas, que se fije poco en valores éticos muy bien establecidos (cómo el auto-respeto por ejemplo), y sobre todo no tenga dilemas sentimentales definidos hacia usted, frases como “te estoy empezando a querer mucho” o “te estás convirtiendo en alguien muy especial para mí” dichas o recibidas, son letales a menos que usted quiera terminar lastimando a la otra persona.

Lo que viene después es la proposición y esa se hace naturalmente buscando el tema. Alguien que se valore poco normalmente también valora poco su vida privada, por tanto, andará hablando fácilmente en dobles sentidos, sus propios encuentros sexuales o buscando saber los ajenos. Ahí es dónde debe “picar” su curiosidad, debe crearle preguntas al respecto y hacerle pensar que las respuestas las tiene usted.

Un plus es que la otra persona se encuentre en un estado anímico bajo, es decir, triste o deseando compañía. Dice la psicología que el estado más vulnerable de una persona es ese donde se encuentra triste y eso es lo que debe aprovechar. Si ella o él están de pelea con la pareja, o si no tiene pareja pero tiene algún tipo de dilema por su ex pareja, haga el intento porque sus probabilidades aumentan considerablemente.

La respuesta positiva depende de su proceder en los anteriores puntos. Si siguió con rigidez milimétrica lo anterior el sí es casi un hecho. Sin embargo luego de esa anhelada respuesta no se vuelva repetitivo ni muestre las excesivas ganas de llevarla o llevarlo a cama, acuérdese que quien muestra el hambre no come. Si usted le recalca sus ganas él o ella probablemente sientan sensación de poder y comiencen a manipular la fecha o simplemente dejarla/o con las ganas.

Si le dice que no, insista un poco. A pesar de no hacer latentes sus ganas, a nadie le gusta hacerse el fácil. Repita de nuevo los pasos 2 y 3 (buscar el tema y generarle curiosidad) y si es juicioso tardará una semana más de lo programado (reitero que sólo si es juicioso). Recuerde que siempre que alguien llena el perfil del punto 1, es candidato perfecto a que usted tenga el sexo ocasional que tanto anhela.

Si le dijo que no, con un tono serio y queriendo tomar la distancia necesaria. Ese no es un NO y más le vale no hacer más mella en el asunto. Él o ella resultaron gente de principios y valores morales muy bien plantados, gente que en pocas palabras vale la pena, entonces allí no proponga nada más y trate de limpiar su nombre para que no quede como un “ganoso incontrolable”. Tenga en cuenta que cada vez que propone algo o usted acepta, su imagen está en juego.

Si usted sigue estos pasos muy a placer tendrá su sexo ocasional, una noche y adiós a la compañera. Sobra decir que el perfil de quien propone es igual al de quien lo acepta, sobre todo por aquel asunto del auto-respeto o el bajo valor de sí mismo. No basta por decir que este sexo ocasional no hace sino calmar las ansías animalescas de una de las especies más inferiores que tiene la faz planetaria (por no decir la más inferior): El ser humano.

Si quiere usted que una noche de sexo valga la pena no busque ni sea una de las personas anteriormente descritas, sea una de las que si valen la pena, de las que prefiere hacer feliz muchas veces a una sola pareja y no hacerse efímeramente satisfecho con muchas. Sienta que vale lo suficiente como para no tener que estar regalando su humanidad a quien le proponga un revolcón.

Si la otra persona le da la respuesta NO, tome ejemplo y deje de obsequiarse. Empiece a valorar su humanidad. Si sigue así, se dará cuenta, que tendrá muchas historias de cama pero ninguna pareja que valga la pena. Recuerde que un hombre quiere acostarse con muchas pero solo quiere dormir con una en toda su vida, y la mujer quiere acostarse con muchos (tal vez más que el hombre), pero por ser seres altamente sensibles terminan cayendo más fácil  y si no tienen el carácter suficiente de decir no, pueden estar perdiendo más de lo que ganan (y saben a qué me refiero).

En vez de buscar sexo ocasional busque hacer el amor con quien realmente valga la pena, así y solo así podrá hacer que una noche, una mañana, un rato, o toda su vida realmente valga la pena. No hay que negar que la televisión y la música (más puntualmente el reggaetón y perdón por herir susceptibilidades pero hay que afrontar la realidad) tienen la directa culpa que en las mentes adolescentes se vea el sexo ocasional como la manera perfecta de divertirse, pero con el perdón del señor compositor de “sin compromiso”, “eso en cuatro no se ve”, “te gateo”, “no sé cómo se llama”, entre muchas otras, componer esas canciones solo pone en evidencia que si de alguna manera vino a este mundo, debió ser mediante sexo ocasional. Por favor anticristos del reggaetón, no se desquiten con el mundo y mucho menos con nuestra juventud. Nosotros no tenemos la culpa que sus deseos reprimidos los encajen a la fuerza en ritmos cuya exigencia neuronal es de cero.

En conclusión, valore su ser, su cuerpo y aprenda a respetarse. Y si no puede vaya a sus bares de gente fácil (que en mi querida Bogotá abundan). Allá siga todos los puntos descritos y disfrute su autodestrucción voluntaria. Ah! y manténgase lejos de mí. Gracias.

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