sábado, 25 de febrero de 2012

LA SINFONÍA DEL SILENCIO

De las mil formas de silencio que me rodean
odio esa que te hace pensar en lo que creíste olvidado

No te imaginas Juliana lo que es ahora ese apartamento sin vos, Sin la musicalidad de tu figura hecha de partituras consonantes y sabiamente conectadas. Sin el balanceo de tu cabello negro a tu espalda emitiendo el siseo que simulaba el sonido de la lluvia de una noche perezosa. Tratar de reemplazar tu música innata es insultar mis tímpanos con sonidos paganos, llenos de insulsas intenciones. Es como pretender llenar a un león con migajas de pan por el solo hecho de no haber nada más para darle.

Las notas celestiales de tus ojos azules están afinadas de modo tal que no se encuentra un sonido sucio. Desde allí bajan hasta alcanzar la perfecta armonía en la punta de la nariz y allí ondulan por el pentagrama de tus mejillas de manera inmejorable hasta bajar y encontrar la perfecta forma tus labios. De esta manera a tu clave de MI MAYOR  le sobra la Y y se le debe poner la A antes de la M para que tenga el nombre real.  (El Mi Mayor no lo puse acá por tu egolatría).

Y sin embargo alguna vez saliste de mi apartamento dejando una mudez mortuoria y malsonante que era como una aguja en mis oídos. Tu ausencia era un silencio escandaloso y rechinante que taladraba e interrumpía la quietud bajo la que paso mis intranquilidades. Luego de cada trago, tu ausencia agarraba fuerzas para ir botando sillas, mesas y libros a su paso para no dejarme nunca en paz. No toleraba ni mi presencia ni la de nadie más. No obstante, decidí hacer frente a la desgracia y empezar a combatir mi soledad con soldados prestados de las obnubilaciones de mi alma.

Sofía fue la primera con quien traté de combatir tu ausencia en SOL MAYOR, pero a su primer nota musical en el apartamento, tu ausencia tomó el libro de Benedetti y se lo arrojó por la cara. Mi primera soldado, muy descontenta me alegó que nunca regresaría a mi casa por esa causa, sumada a las actitudes que yo tomaba cuando ese desaparecer tuyo se me acercaba. Me ponía distante y nostálgico, como cantando sin poder cantar. Esta es la hora que no he visto a Sofía de nuevo.

Ana María en RE MENOR MELÓDICA también lo intentó, pero esta vez no fue un libro lo que tu ausencia le arrojó. Fueron mil cartas, esquelas, notas y fotos que a la larga las asumía como basura disfrazada de recuerdos. Sus notas no te gustaron y la sacaste con la remembranza de mil noches de sinfonía y una vez más mi amante fue tu desparecer de mi vida.

Hoy vivo con tu ausencia: como con tu plato vacío, toco duetos sin acompañamiento y duermo con el recuerdo tus partituras de la obra inconclusa llamada Juliana. Tu No presencia hace que la puerta me pregunte por tu sonoridad al pasar y las sábanas se depriman por sobrecarga de fondo musical. Ahora mi apartamento es la cárcel de un estrepitoso silencio. Ojalá alguna vez el silencio callara.

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