Entonces, aquel hombre enamorado, felizmente ebrio de ella y de su sonrisa,
tomó el bolígrafo y empezó a escribir.
Me
sumergí en tu mirada y en esa forma inigualable que tienen tus manos al pasar
por mis mejillas. Me dejaste probar la dulzura de tus labios y recorrer tu
cuerpo como si fuera el lienzo sobre el que un artista pinta su más hermosa
obra.
Me dejaste
escuchar tu voz, como si fuera la música que me da energía a mitad de un día en
el que tu ausencia solo me hace anhelar tus besos. Me permitiste crear un mundo
completamente ideal, en el que despierto a tu lado y me duermo con la dulce
cadencia de tu respiración en mi pecho.
Me
permitiste ser el hombre más feliz, porque solo tú puedes brindarme una
felicidad como la que me brindas. Me has dado todo lo necesario para enamorarme
con cada segundo que respiras. Me has brindado tu compañía, tu cariño y tu
amor; y estos, son los tesoros más grandes y valiosos que he podido tener.
Lo
que he nombrado, no es ni la mitad de los motivos por los cuales hoy te puedo
decir que soy un hombre feliz, un hombre enamorado de ti. De una mujer hermosa,
cariñosa, encantadora y correcta que jamás podrá tener comparación ni
competencia dentro del intocable lugar que ocupas en mi vida.
Eres
el profundo amor que no quiero perder jamás…
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