Little Princess
La volví a ver. No fue de frente porque asumo que no
sobreviviría a un choque emocional de ese tipo sin la debida preparación
interna. Esta vez fue una foto, fue una simple y hermosa imagen de su figura la
que me hizo recordar, por un lado, lo hermosa que sigue siendo y, por otro, que hay un punto seguido en
un texto que sigue sin tener final.
No sé por dónde abordar esta imagen, que asumo, es reciente;
su cabello negro tiene espacios precisos para caer sobre los hombros y su
pecho como si entonaran visualmente las mejores notas; Su mirada, sus ojos enmarcados siguen siendo ese lugar que me pierde;
sus pupilas me esculcan, me paralizan, me hablan y parecen gritarme que
la consienta un poco más.
Su sonrisa sigue dando vida a lo que la rodea y el
huequecillo de la mejilla es el aposento de más de un susurro clandestino. Su
rostro es el lugar perfecto en el que se transforman mis malos momentos.
Ella sabe que ese el ángulo perfecto para salir hermosa,
para ser hermosa. Pero en el rigor de saber que no hay tantos términos en el
diccionario que me sirvan para expresar ni su belleza ni lo que me produce
verla, esta noche me quedo con su foto en la mano y en la cabeza. Ella ahora me
mira y me dice que aún le pertenezco; me grita que no dejaré de ser de sus
ojos, ni ella de mis historias.
Para más información pueden leer los textos anteriores, seguramente sabrán por qué se han terminado las palabras.
Para más información pueden leer los textos anteriores, seguramente sabrán por qué se han terminado las palabras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario