sábado, 3 de agosto de 2013

POR UNA FOTO


Little Princess

La volví a ver. No fue de frente porque asumo que no sobreviviría a un choque emocional de ese tipo sin la debida preparación interna. Esta vez fue una foto, fue una simple y hermosa imagen de su figura la que me hizo recordar, por un lado, lo hermosa que sigue siendo y, por otro, que hay un punto seguido en un texto que sigue sin tener final.

No sé por dónde abordar esta imagen, que asumo, es reciente; su cabello negro tiene espacios precisos para caer sobre los hombros y su pecho como si entonaran visualmente las mejores notas; Su mirada, sus ojos enmarcados siguen siendo ese lugar que me pierde; sus pupilas me esculcan, me paralizan, me hablan y parecen gritarme que la consienta un poco más. 

Su sonrisa sigue dando vida a lo que la rodea y el huequecillo de la mejilla es el aposento de más de un susurro clandestino. Su rostro es el lugar perfecto en el que se transforman mis malos momentos.

Ella sabe que ese el ángulo perfecto para salir hermosa, para ser hermosa. Pero en el rigor de saber que no hay tantos términos en el diccionario que me sirvan para expresar ni su belleza ni lo que me produce verla, esta noche me quedo con su foto en la mano y en la cabeza. Ella ahora me mira y me dice que aún le pertenezco; me grita que no dejaré de ser de sus ojos, ni ella de mis historias.

Para más información pueden leer los textos anteriores, seguramente sabrán por qué se han terminado las palabras.

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